miércoles, 31 de marzo de 2010

Un ciego y oscuro salto. Comentario a la obra de Francisco Urondo por Alicia Naya.

...saludo a todos, me tapo
la nariz y me dejo tragar por el abismo.

No puedo quejarme
Poemas póstumos.
Francisco Urondo.

Dámaso Alonso utilizó un verso de San Juan, para dar su definición de poesía: “Un ciego y oscuro salto”, pero este puntualizaba; el lance tiene que ser de amor.

Espero que el rencor no intercepte
el perdón, el aire
lejano de los afectos que preciso.

Que precisamos para seguir viviendo en el optimismo, en la alegría. Para Urondo, la tristeza ajena, le era tan insoportable como la propia (Mario Banedetti. Epílogo de “Poemas” –Visor-). Me causa una gran admiración como algunos poetas, artistas… logran destilar tanta belleza, filantropía, cuando están atravesando momentos tan dramáticos en sus vidas. La libertad de todo ser humano, debiera ser un derecho, pero desgraciadamente, en muchos lugares y a estas alturas de la evolución humana, no es así. La frase de Martí: -Osar morir da vida- y agrega:

Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o, en el mejor de los casos, de bucea de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riego…

En este lado del charco; Miguel Hernández, García Lorca, Antonio Machado y tantos otros, viven ya en nuestra memoria colectiva, porque, la poesía, a diferencia de la historia, a veces, nos da un testimonio mas fidedigno de lo que aconteció, pues es la historia de los sentimientos. Me viene a la memoria, un verso de Miguel Hernandez .:

“Canción última”

Pintada , no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre la almohada.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su inmensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

He buscado un artículo de prensa que recorté hace unos años de Gustavo Martín Garzo, que, creo define el sufrimiento al que a veces, por circunstancias personales o sociales, se ven abocados los creadores; cito textualmente:

“Cuentan que en la antigüedad hubo un tirano llamado Faralis. Inventó un extraño artilugio. Un toro de bronce en cuyo interior se introducía a los condenados. El toro se ponía al fuego y éstos perecían lentamente, profiriendo terribles alaridos. Sin embargo, dichos alaridos no se llegaban a escuchar. Esa era la gran sorpresa que ocultaba el tirano, pues aquél artilugio tenia un secreto, una red complicada de canales internos que transformaba la voz del moribundo en el mas maravilloso de los cantos” . Sigue M. Garzo; no debemos ser demasiado rigurosos con Faralis. Al fin y al cabo, es lo mismo que en la actualidad exigimos a la cultura; consolidación, entretenimiento e ignorancia. Que nos facilite las cosas, sustrayéndonos a la percepción pura del horror y la desdicha. Su objetivo es el hombre estético del que habla Kierkegaard. Nada que tenga que ver con el descubrimiento de ese condenado que permanece en el interior del toro.

Termino con otro fragmento del poema de Urondo:

Tengo curiosidad por saber qué cosas dirán de mi después
de mi muerte ….

Eso ya no es posible, pero su legado, su semilla, germina en nosotros, haciéndonos mejores, mostrándonos que aún en circunstancias muy adversas, es posible el perdón, la alegría , la esperanza.

martes, 30 de marzo de 2010

Comentario por María José Sanjuán

Hace ya unos días que terminé de leer el libro de Paco Urondo, no lo conocía y como siempre hago en estos casos, intenté saber un poco de su vida, lo cual me ha ayudado mucho a comprender su obra. Efectivamente en Urondo poesía y vida son una misma cosa. Aunque sin saber nada de él ya se intuía. Por otro lado, al leerlo he recordado los tiempos de la dictadura en España, aquel ambiente denso y cerrado, el miedo y la angustia y, por contra, la solidaridad, la camaradería y la esperanza de una sociedad más libre y más justa.


Es una poesía intensa la de Urondo, no podía ser menos, una poesía de una tremenda lucidez y belleza en muchos de sus versos. Una poesía fragmentaria y caleidoscópica absolutamente actual. Sin menoscabo de su interés yo hablaría sin embargo de prosa poética, de poesía en prosa, lindes de dificil delimitación. y por supuesto de poesía al límite existencial, poesía de la conciencia. Por elegir algún poema, he elegido "La verdad es la única realidad"...Del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad; la única irreal es la reja...

Quiero antes de despedirme darle las gracias a David por mandar esas opiniones de Carlos Oroza sobre la poesía y los poetas actuales, totalmente de acuerdo.

jueves, 25 de marzo de 2010

Digresión... por David García

Me gustaría haceros partícipes de una pequeña declaración que, si bien se sale un poco de la hoja de ruta del taller, considero que puede ser interesante para comparar visiones del mundo. Urondo, como bien ha dicho Marisol en la última entrada, le daba a la poesía el mismo grado de "verdad" que a las cosas materiales. Era coherente con su visión de la vida, y eso es lo máximo que se le puede pedir a un hombre.
Lo que sigue son palabras de Carlos Oroza, poeta gallego:


“Leo los periódicos y veo que los poetas, de una manera u otra –en recepciones, en homenajes-, están todos mendigando un sueldecito del Estado. Veo que hay mucho miedo a la vida, un miedo terrible a la vida, cuando la vida es algo que hay que tomar o dejar cuando te dé la gana. La vida es una aventura, un lujo. Me he prometido no hablar mal de nadie, de verdad. Pero es que yo vengo de la selva, de presenciar cosas como un barco que se hunde, un hombre que se suicida. Y luego leo el periódico, veo a los poetas estrechando manos en recepciones, tratando de conseguir premios por lo que hacen, y me quedo asombrado. Después de haber cortado completamente con todo, me asombro de estas cosas. ¿Qué ha pasado? Yo me pregunto: ¿El estado debe alimentar a los escritores, o los escritores deben destruir al estado?... Bien, yo no me quejo de mis penurias, y no voy a pedir nada al estado. Si mi poesía se convierte en pesadilla, no voy a buscar a un médico que me cure. Lo que no puede hacerse es subvencionar poemas. El poeta no debe recibir nada, que se joda, que sea poeta.”


(he de decir que he leído este pequeño texto en el blog http://criticadepoesia.blogspot.com , en los comentarios a la última entrada)


Incluyo esto para poner de manifiesto el enorme respeto y la esperanza que produce saber que existen (existieron, existirán) figuras que, como Urondo, mueven su corazón, su espíritu y su fuerza en una sola dirección, y se lanzan al vacío con todas las armas que conocen, sólo por un imperativo ético, que al fin y al cabo se reduce a un inconmensurable amor a esta vida. También se me viene a la mente el "poema 1936" de Cernuda... lo cierto es que hoy día existe demasiada poesía mercantilizada, dependiente de las grandes editoriales, los viejos clanes, y los concursos literarios, y cada vez es más difícil escarbar y sacar algo de brillo en las novedades editoriales. No sé qué piensa el resto del taller al respecto...


Volviendo un poco al centro del taller, a la lectura de Urondo, ayer estuve dándole vueltas a "Hoy un juramento", de Nombres. Cómo se enfrenta serenamente a su pasado, a su futuro, cómo se observa a sí mismo en una extraña encrucijada donde los recuerdos siempre vuelven, donde el futuro es otra fuente de miedo y tragedia; esa casa en la que vive y las paredes hablan, el calor es su calor, y los vientos de todas partes son también los recuerdos del sujeto poético. Es casi mareante el sentirse en el instante preciso en el que te ves a solas con tu pasado y tu futuro, y te das cuenta de que tus manos están vacías. 
Se suele decir que la ideología de un poeta es lo de menos, que un lector honesto es capaz de identificarse con un poeta sincero en el sentido de que el autor abre su corazón y convierte las experiencias individuales en experiencias estéticas y éticas, colectivas e intemporales: algo así me ocurre con Urondo, hay poemas que parecen olvidarse de las palabras y ser un paseo por las calles de alguna ciudad, o una noche de silencio y memoria. Esas sensaciones son difíciles de conseguir, es la honestidad la que las hace posibles, y de nuevo estoy de acuerdo con Marisol en esto.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mi lectura de "La pura verdad" de Francisco Urondo, por Marisol Villarrubia

“La pura verdad”. El título del poema de Francisco Urondo es en sí mismo el preludio del propio poema y del poeta. Ya desde la filosofía antigua, pasando por los teólogos medievales como Santo Tomás hasta alcanzar la Edad Moderna, se ha debatido sobre el sentido del término “verdad”. Me quedo con la idea de Kierkegaard sobre este concepto, porque me parece que encaja con la imagen de “la verdad pura” que nos transmite Francisco Urondo. Kierkegaard nos habla de la verdad como algo en el ser humano que está ocurriendo continuamente, una verdad difícil de separar de la experiencia subjetiva de la propia existencia, definida por unos valores y una esencia fundamental que consiste en un modo de vida. Cuando Urondo nos presenta “la pura verdad”, nos presenta su propia esencia, a sí mismo, su vida hacia el interior siempre en un constante proceso. Su poema nos acerca a sus valores, su moralidad, su espiritualidad de una manera “pura”, limpia, transparente, sin tapujos. Los versos nos van descubriendo una reflexión sobre su vida y una autoevaluación que se despliega por distintos momentos de su existencia (“juventud/ madurez”) compuesta por aciertos y equivocaciones de los que el poeta es consciente y por los que sabe “que futuro y memoria se vengarán algún día”. El poeta que se descubre hombre deslumbrado por lo material -como la mayoría de los seres humanos-, por la “fama y dinero; bajas pasiones”, es el hombre que sucumbe a lo mundano y placentero, tanto que “vive deslumbrado” y se deja llevar por el “destino”. Ese hombre que sin embargo, es poeta y que “vive en el corazón de una palabra”. Dos versos iniciales sellan esta “confesión” como si el poeta solicitara al mismo tiempo la “absolución”: “si ustedes me lo permiten/ prefiero seguir viviendo”. No menos significativa es la conclusión que parece llevarnos de la petición de indulgencia, a la aceptación de la “pura verdad”, su existencia, que no es otra cosa que el reconocimiento de que “la vida es lo mejor que conoce”. Este poema parece conectar con la lectura que Juan Gelman hizo de la poesía de Francisco Urondo: “una ética que nace de la estética, algo rarísimo y precioso”, en cualquier caso, la fusión del hombre con el poeta; del mundo con la poesía; de las cosas materiales con las palabras...

Aprovecho mi intervención para hacer una propuesta a otro colega del Taller: “Milonga del marginado paranoico”, “No puedo quejarme” o “Muchas gracias”  (poemas póstumos de Francisco Urondo).

miércoles, 17 de marzo de 2010

Prefiero seguir viviendo… “La pura verdad” de Francisco Urondo por Sarli Mercado





El juego en que andamos: ¿cómo expresar el esplendor de esta poesía? Comparto entonces ciertos versos luminosos que cautivaron mi primera lectura.  Hasta ahora sólo he leído sus primeros tres libros Historia antigua, Lugares, Nombres. Aquí los títulos y algunos comentarios o citas. Quizás alguno de los compañeros haya coincidido conmigo y desee reflexionar sobre uno de estos poemas.

Bar “la Calesita”.  Un elogio al etílico y dulce bienestar.  La cueva/el bar: el mito, transformado. 


De Lugares. (TodosLa brevedad es un silencio que cede a las imágenes toda su irradiación. 

B.A. Argentine. Lleno de destellos, con claves para un lector cómplice —aquél marcado como el poema por la cartografía de los aires argentinos—y el final que se impone impactante.

Fin y principios.  “Estoy en los ruidos de la tristeza /…en el clamor encontrado…”

Carlos Gardel. Retrato, en clave de tango, del señor de los tristes de los aires del Sur.

África cansada. “a la furia de un grito sostenido…/ Una voz eterna envolviendo para siempre un tiempo que derrotará toda postergación”.

Carta abierta. Una de las más hermosas epístolas al amor, creadora de nuevos modos de articular la pasión, el encuentro amoroso, ¿el desamor?: canto melancólico a la vida que es la muerte y la poesía.

La pura verdad.  “Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;/… puedo hablar y escuchar la luz y el color de la piel amada y enemiga y cercana”. 

martes, 16 de marzo de 2010

Algunas palabras de acercamiento - David García

Hola a todos, ésta es sólo una pequeña entrada para empezar a reconocer a Urondo. He de decir que no he leido la entrevista de la entrada anterior, ni apenas nada sobre su vida... como hemos comentado varios compañeros, creo que es más justo acercarse al creador sólo mediante su legado, porque persona y persona poética son distintas...¿o no?¿el poeta es un "emisario" o alguien que escribe sobre lo que conoce? en fin, todos hemos leido autores de toda clase, pero yo sigo pensando que la poesía "mística" y todas sus ramificaciones hasta hoy es la Poesía, venga en la forma que venga.
Bueno, he leido algunos de los primeros poemas de Urondo, de Historia Antigua, Lugares, y de Nombres (los que aparecen en la antología de Visor). En los dos primeros, hay poesía desnuda, implacable, y construida con un simbolismo implícito que me maravilla. Parece, que Urondo tiene una concepción vital muy... natural, salvaje, casi nietzscheana: "uno se siente allí ferozmente feliz", "herido está de tiempo que lo contiene, de crueldad, ...", etc. Abarca con su mirada mucho más, si se me permite la osadía, que Bonifaz, el cual era más un arquitecto de la palabra; Urondo parece un cantor (ah, Lezama...) en el más amplio sentido de la palabra. También tengo que reconocer que no suelo aguantar poemas de más de 2-3 páginas, y hojeando la antología, parece que Urondo tiene una querencia por estos cantos largos y cambiantes. B.A. Argentine me pareció sublime: una mujer, un camino, un hombre que duda, pocas veces los rincones del pensamiento tan entrelazados y que a la vez permitan tocar una ciudad a alguien que nunca la ha visitado... pero aún así no pude terminarlo, me supone demasiado esfuerzo leer con todos mis sentidos el mismo poema durante tanto tiempo.
Por cierto, Juan, aún no tengo en mis manos el libro de Neruda que mencionas, espero tener tiempo en breve.
Un saludo

David

lunes, 8 de marzo de 2010

Comenzamos la lectura de Francisco Urondo


Amigas y amigos, una vez leída la obra de Rubén Bonifaz Nuño, corresponde el turno de lectura a la poesía de Francisco Urondo.
En el programa del Taller de Lectura aparecía un texto sobre Francisco Urondo, escrito por Juan Gelman, que podéis leer completo en la introducción a los Poemas de Francisco Urondo publicados en la Colección Visor de Poesía.
Os propongo que, al igual que hicimos con Rubén Bonifaz, hagamos una selección de un poema de Francisco Urondo, añadiendo una novedad, que junto a nuestra selección hagamos un comentario al elegido por otro compañero.
Un último apunte sobre Rubén Bonifaz: la magnífica Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó en su número 70 una entrevista con él; os pongo el enlace por si os interesa leerla http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7009/pdf/70estrada.pdf

miércoles, 3 de marzo de 2010

Varios por Juan Gelman


El Taller va adquiriendo vivacidad. Los participantes han comenzado a dialogar con otros participantes, a comentar sus comentarios. Es una intercomunicación muy bienvenida. Los aportes colgados en el blog acerca de la antología de Rubén Bonifaz Nuño muestran, una vez más, que se la ha leído a fondo y despiertan nuevas reflexiones.

Del soneto

Ana Rodríguez Callealta nos brinda su lectura del soneto Alguna vez te alcanzará el sonido y destaca la perfección de esa forma poética. Se da, por cierto, en el soneto que eligió. Pero sonetos se han escrito tantos y los logrados son tan pocos. ¿Cuántos hay como el de Quevedo Amor constante más allá de la muerte? El propio Lope, que cometió muchos, le escribe a su mecenas para pedirle ayuda y le dice que “la necesidad tiene la misma cara de hereje que la rima obligada de un soneto”. Bonifaz no obliga a las rimas, éstas le llegan por su oído de cantor.

Registros

Varios textos subrayan la sensibilidad lírica y humana de los poemas de amor de Bonifaz reunidos en esta antología y no falta testimonios conmovedores, como los de Ana, Alicia Naya, Borja Fernández Martínez, Luisa Tejada: dan cuenta de que un poema puede formar parte de una vida, transformarla, darle palabra.
La voz de Bonifaz Nuño es más amplia, sin embargo, y se puede percibir en esta reunión de sus poemas. Sarli Mercado y Marisol Villarrubia señalan la presencia de los pobres y marginados en las preocupaciones del poeta. Es así. Bonifaz tuvo una infancia dura y trabajó toda su vida. Aún hoy, a los 85 de edad, ocupa cada día su oficina en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sarli aborda otra cuestión que lo obsesiona y quedó escrita en Calacas, su libro más reciente: la muerte. Compárese el poema de Bonifaz que ella cita con el soneto de Quevedo y se verá cómo una misma actitud ante el propio final se expresa de maneras tan diferentes. Y no se trata, a mi juicio, de una cuestión de épocas, de presuntas escuelas, de clasicismo y modernismo: se trata de la voz de cada quien. La muerte es un asunto de la poesía desde que ésta nació y los matices de su expresión son infinitos a lo largo del tiempo.

El ritmo

David García escoge un poema que juzga representativo del ritmo que recorre buena parte de la obra del poeta. No se equivoca. En Esta noche de trenes… hay un equilibrio rítmico notable que se apoya en eneasílabos, acompañados por heptasílabos y endecasílabos. Es una geometría –como bien dice David- que Bonifaz maneja de forma magistral. El poeta ha ido más lejos: en los poemas de La flama en el espejo que Alicia Naya cita, se advierte el extraordinario apareamiento rítmico de eneasílabos y decasílabos que dan una música inédita, hasta Bonifaz, en la poesía de lengua castellana. Lo mismo ocurre con la combinación de eneasílabos, decasílabos y eneasílabos en el poema elegido por María José Sanjuan. Acuerdo además con David en su descripción sensible de la escritura del poeta y lo invito, invito a todos, a comparar esa arquitectura con la de los eneasílabos de Fin de mundo, libro de Pablo Neruda publicado en 1969. A ver qué piensan, a ver qué dicen.