lunes, 17 de mayo de 2010

Despedida por Juan Gelman

Queridas y queridos participantes el Taller de Lectura de Poesía de la Universidad de Alcalá, quiero, ante todo agradecer vuestros aportes al conocimiento de cuatro grandes poetas, y otro tanto la profundidad y la pasión que habéis puesto en su lectura. Creo que esta experiencia inédita, tan enriquecedora para mí, desmiente a cabalidad estereotipos que todos conocemos, incapaces de explicar por qué la poesía nunca fue abandonada por el ser humano.

Ha sido una alegría conoceros y compartir esta aventura. Seguimos juntos en el amor a la poesía y por eso no hay adioses. Nos encontraremos, sin duda, en libros que vendrán y espero conocer. Hasta pronto, entonces.

Mi lectura sobre José Ángel Valente por Alicia Naya

En esta última entrada, quiero dar las gracias a Juan Gelman, por haberme acercado a estas nuevas voces. A mis compañeros por enriquecerme con sus puntos de vista y a Jesús por coordinar y hacer posible que este curso, haya llegado a buen puerto.

Me gustaría, como a David, que la intervención que hizo Juan en el encuentro del día 27 sobre Valente, pudiera colgarse en el blog, para poder degustarla despacio.

En cuanto a mi lectura de J. A. Valente, tengo la misma impresión que David; Valente me deja dudando, no puedo abarcarlo, pero en cualquier caso, si que llena en mi ese vacío, esa necesidad de encontrar en la poesía, una ética, una estética (difícil de hallar en la vida cotidiana). Aún cuando discurra por caminos tortuosos y oscuros; da vida.

Marisol dice en su comentario “Los poetas intentan trasmitir en imágenes, aquello que es imposible expresar por “inefable” y Sarli define que el vínculo vital con la lírica de Valente “es un canto o ceremonia del ser en busca de si mismo y un canto que explora la dimensión moral o ética de la palabra”. Siguiendo el hilo de estos comentarios , creo que está el ensayo de Valente “La hermenéutica y la cortedad del decir” me parece interesante porque se refiere al aspecto de la comunicación:

“La cortedad del decir, la sobrecarga de sentido del significante es lo que hace, que quede en él alojado lo “indecible”. Y en este resto acumulado de estratos de sentido el que la palabra poética recorre o asume en un acto de creación o de memoria. La fracción sumergida o no visible del significante reclama un lenguaje, una hermenéutica…”

“El viejo y el mar “ de Hemingway, siempre me ha parecido una buena metáfora sobre la creación. En su argumento, el protagonista no era capaz de pescar diariamente algún pez, para su supervivencia y la de su comunidad. Un día, enganchó en el anzuelo un “Gran pez”, que fue arrastrando con gran dificultad hasta la orilla. Había visto su sombra y había notado su fuerza, pero no podía nombrarlo de una forma racional. Algunos creadores, como en el caso que nos ocupa, se me antojan como a ese viejo, arrastrando durante mucho tiempo, a veces, toda una vida “ese algo que está sumergido, hasta nuestra orilla”, describiéndolo a través de la intuición, del lenguaje poético.

Y por último algunas imágenes de la poesía de Valente, para mi ya inolvidables:

Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde
dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla….

El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras)

El amor está en lo que izamos
(risas, banderas)

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor….

No quiero mas que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol en los días de tristeza…
Como animal que vuelve a sus orígenes.

…Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.

domingo, 9 de mayo de 2010

Propuesta y despedida - David

En esta última entrada, me gustaría agradecer a Jesús, Juan, y al resto de compañeros, el haber hecho posible el taller. Ha sido un placer y un honor compartir estas lecturas con vosotros. Con respecto a la pequeña reunión del 27 de abril, me gustaría saber si existe la posibilidad de colgar aquí la estupenda intervención del maestro, porque me quedé con ganas de pensar más detenidamente sobre varias de las cosas que mencionó. Y por lo demás, creo que sería buena idea poner aquí también las fotos que hicimos ese día, si estáis de acuerdo.

Por último, algunos recordaréis que propuse compartir entre nosotros nuestros propios escritos, poemas, el que los tenga, o cualquier tipo de creación estética... creo que sería un buen punto y final al taller. Así que, rompiendo el hielo, os animo a visitar un pequeño blog que he mantenido con un amigo desde hace ya 3 años, sin otra pretensión que dar soporte a algunas palabras que nos gustaría conservar por una razón u otra

http://dolor-de-huecos.blogspot.com

En él colgamos indistintamente mi amigo y yo, cualquier pequeño escrito que se nos ocurra. Como, a priori, no se conoce el autor de cada entrada, os doy el enlace directo a algunos de mis poemitas (por alguna razón no puedo crear enlaces en la entrada, hay que recurrir al clásico copiar y pegar):

http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2010/04/haikus.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2009/06/si-vuelves-la-mirada-uno-de-tus-ojos.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2009/02/arraigo.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2008/11/arraigo.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2008/10/mi-puerta-est-abierta-el-viento-es-fro.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2008/03/de-un-solo-trago.html
http://dolor-de-huecos.blogspot.com/2008/02/dilogo.html

Hay más, claro, y de hecho, las aportaciones de mi compañero probablemente merezcan más atención que las mías. Eso queda a discreción del lector; el que quiera bucear un poco más, puede hacerlo desde el "archivo del blog", en la parte derecha.
En fin, me gustaría mucho saber algo de vuestras creaciones.
¡Un abrazo a todos!

jueves, 6 de mayo de 2010

Notas en torno a José Ángel Valente - David García

Hola a todos

En esta ocasión no tengo demasiado tiempo para hacer un comentario que tocara todos los ángulos de Valente, y creo que ni siquiera me podré acercar a comprender un poco mejor sus palabras. En todo caso, dejo unas breves notas...

Lo cierto es que José Ángel Valente fue una de las razones principales por las que me animé a participar en el taller. Ya desde hace un par de años era, y es, uno de los autores que más admiro. Su evolución, su coherencia, sus ensayos... todo lo que rodea su poesía se me aparece como facetas de un hombre muy grande, cuya aportación a la cultura del siglo XX probablemente siga estando infravalorada. LLegué a él a través de María Zambrano, otra pensadora de primer nivel cuyo legado apenas hemos sabido poner en valor en este país. En fin.

La poesía de Valente a mí siempre me deja dudando. Cierro un libro suyo, y todo son preguntas, caminos abiertos. Tiene esa cualidad tan maravillosa de hacer que el lector tenga que caminar con él por sus palabras, tenga que paladear, releer, repensar, y cada lectura trae consigo una nueva visión. ¿Valente, esencialista? como decía Juan en el pequeño homenaje de la semana pasada, las manías clasificadoras no tienen sentido en poesía, pero creo que esa idea se puede aplicar a Valente en tanto sus poemas son como prismas, nunca son visiones directas, son búsquedas en la esencia de las palabras. Raíces y a la vez ramas altísimas.

Siempre me fascinó, además, lo que menciona Sánchez Robayna en su introducción a la poesía completa: Valente buscaba el silencio que precede a toda creación, el lugar donde la creación es pura. Pues bien, esa afirmación no me resulta, como ocurre tantas veces y en tantas críticas poéticas, gratuita o interesada. En Valente esa búsqueda es... orgánica... casi se puede tocar ese espacio entre sus versos, esa nada que permite el nacimiento de la palabra. Es un abismo, una música callada... me gustaría especialmente conocer las ideas de Juan sobre esta vertiente de la obra de Valente.

En ese sentido, y no sé muy bien porqué, Valente es el poeta que más se me asemeja a San Juan de la Cruz. Creo que nadie en el siglo XX ha recogido y actualizado como él la tradición mística española... como digo, no sabría decir muy bien el porqué, pero al leer a Valente se sienten pulsiones parecidas, pequeños ritmos, dejes, no sé, una escritura que bebe directamente de los clásicos, sin intermediarios. El fluir de la Historia se acomoda serenamente en sus palabras, junto al soplo que hará volar el pájaro de arcilla.

Soy un enamorado del haiku, y como no podía ser de otra manera, el último poema de Valente me resultó, y me resulta, absolutamente devastador. Llegar al fin de una trayectoria como la suya, y poder escribir esas palabras, saber decir tantísimo en tres versos, es increible. Como debe ser con la Poesía atemporal, uno se queda sin palabras ante obras así, ante milagros así.

Cima del canto.
El ruiseñor y tú
ya sois lo mismo.

lunes, 3 de mayo de 2010

Mi lectura de José Ángel Valente por Marisol Villarrubia.

Quisiera hacer mi última aportación al Taller de Lectura Poética, en primer lugar, dando las gracias a Juan Gelman por sus palabras e intervenciones durante estos meses. También a él y a Jesús Cañete por haber creado este taller para gozar de la poesía y comentarla en un contexto bien distinto al académico, donde hemos podido ir aportando nuestras sensaciones y pensamientos. A los compañeros del taller por compartir en el foro sus ideas e impresiones.
Con Idea Vilariño descubrí una poesía desgarradora, dolorosa y llena de angustia en la que amor y dolor, como en la misma vida, se conjugan con una perfección sobrecogedora.
En Rubén Bonifaz encontré la esencia del ser humano: el hombre como ser temporal y efímero que se aferra a su ser y lucha, porque es en esa esencia y en esa lucha donde toma sentido su existencia por eso, creo que el poeta escribió: “vale mucho más sufrir que ser vencido”.
Con Francisco Urondo el existencialismo se convirtió en un examen de conciencia. Nos acercó a su verdad limpiamente, casi sin artificios poéticos. A través de sus versos contemplamos las reflexiones del poeta pero también del hombre, de su lado más espiritual pero también del más mundano y terrenal.
El último poeta, José Ángel Valente tampoco me ha defraudado. En los siguientes versos también encontramos la huella de un poeta obsesionado con la existencia.

Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.

Como vemos, la existencia termina por descubrirse como “la nada y el vacío” donde se halla lo “perfecto” y por tanto, lo “inútil”. Al final de la existencia material del ser humano no queda nada, lo único que perdura en ese “vacío” existencial es precisamente aquello que nos pareció más inútil por no poderse comprar o vender, de ahí su verdadero valor, de ahí su perfección.
De todos los poemas que he leído de Valente, el que sin duda me ha emocionado más, es su poema Consiento:

Debo morir. Y sin embargo, nada
muere, porque nada
tiene fe suficiente
para poder morir.
No muere el día,
pasa;
ni una rosa,
se apaga;
resbala el sol, no muere.
Sólo yo que he tocado
el sol, la rosa, el día,
y he creído,
soy capaz de morir.

En sus versos y en sus imágenes juega con la ambivalencia. El mundo es una cosa pero puede parecer otra según quién interprete los hechos. El día, ¿muere o se pasa? Y la rosa, ¿muere o se apaga? Y el sol, ¿muere cada día o resbala por el horizonte hasta que desaparece? La verdad radica en que sólo el que “ha tocado el sol, la rosa y el día y ha creído, es capaz de morir”. Maravillosa manera de describir la existencia y su declive: sólo el que ha vivido plenamente y tiene conciencia de su existencia, tiene la “fe” suficiente para ser capaz de morir, es decir, de abandonarse al vacío y la nada de la inexistencia.
Creo que el siguiente poema, Materia, está en la línea de lo que hemos visto en los cuatro poetas del Taller, que han intentado convertir la palabra en una materia capaz de “decir lo que no pueda”: la existencia del ser, las emociones y el amor que se materializa en las cosas que nos rodean y que los poetas intentan transmitirnos en imágenes, como si fuera posible recoger en poemas, versos y palabras aquello que es imposible expresar por inefable.

Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
si a ella, como un vientre,
delicado aplicásemos,
desnudo, blanco vientre,
delicado el oído para oír
el mar, el indistinto
rumor del mar, que más allá de ti,
el no nombrado amor, te engendra siempre.

Me despido de todos. Siento no poder estar en el acto de clausura compartiendo poesía y sentimientos. Un saludo desde Inglaterra, Marisol.

miércoles, 28 de abril de 2010

Materia de la muerte: apuntes sobre la poesía de José Ángel Valente. (Sarli Mercado)

¡Fue sueño ayer: mañana será tierra!
Francisco de Quevedo.
           
            Quiero expresar mi agradecimiento a Juan Gelman y a Jesús Cañete Ochoa por habernos brindado esta experiencia de lectura poética tan inusual por su carácter virtual, muy siglo XXI, que con el Internet devino en una vivencia poética transatlántica entre México y Madrid. Y en particular a usted Juan Gelman, por hacernos “estar”, como dijo José Ángel Valente, en la obra de los cuatro poetas elegidos. Quizás el verso de su poemario Mandorla exprese lo que esta experiencia nos ha dejado: “Ahora no sabemos si la palabra es nosotros o éramos nosotros la palabra”. 
            El vínculo vital con la lírica que Valente nos brinda pasa por hacernos pertenecer a ella en esa suerte de ritual, de canto o ceremonia del ser en busca de sí mismo; un canto en el que se explora además la dimensión moral o ética de la palabra.  Entre los múltiples poemas que dejaron huella en mi experiencia de esta lectura incluyo “Tiempos de guerra” del poemario La memoria y los signos, allí la Guerra Civil española fue también el “estar” de la inocencia frente a la muerte, de aquella “sorda infancia irremediable” como la llamara él.  Sumo también el “Primer poema” de Poemas a Lázaro, una auto-reflexión en la que el joven Valente cuestiona el hecho mismo de ser poeta al interrogar “¿para quién/ qué pecho triste consolaré,/ qué ídolo caerá / qué átomo del mundo moveré con justicia?” Entre sus varias respuestas nos llega un poco después Presentación y memorial para un monumento, una especie de collage en el que sin faltar la sátira y la parodia nos colocan ante un ser humano capaz de acometer mortalmente contra su prójimo en nombre de ciertas ideologías o creencias, sobre ello el poeta va a declarar: “El Marxismo no es un Humanismo, El Cristianismo no es un Humanismo, El Humanismo no es un Humanismo/… Porque es nuestro el exilio. / No el reino”. 
            Mucho más tarde en ese hermoso poemario No amanece el cantor, escuchamos a manera de canto insomne del solo la voz de un ser que medita ante la brevedad de la vida volviendo a la imagen que dio inicio a toda esta poesía y que es también la materia de la muerte: la ceniza. Cito estos versos del poema Paisaje con pájaros amarillos:
Un hombre lleva las cenizas de un muerto en su pequeño atadijo bajo el brazo… / anda como si pudiera llevar su paquete a algún destino…/ Cuán poco nos sirvió vivir. Qué corto el tiempo que tuvimos para saber que éramos el mismo. Mientras el pájaro sutil incuba tus cenizas apenas en el límite soy un tenue reborde de inexistente sombra.
El yo que canta con la muerte bajo el brazo y el pájaro que la incuba son una misma figura: el poeta, y es que, como nos dijo Juan en sus cometarios sobre Bonifaz Nuño invitándonos a su vez a comparar sus Calacas con la obra de poetas como Quevedo: “La muerte es un asunto de la poesía desde que esta nació y los matices de su expresión son infinitos a lo largo del tiempo”.  Así y “A modo de esperanza” quiero concluir estos breves apuntes con los siguientes versos de Valente de ese su primer poema “Serán ceniza”:

El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
Y sé que no estoy solo;
Aunque después de tanto y tanto no haya
Ni un solo pensamiento capaz contra la muerte
No estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
Y en ella me confirmo
Y tiento cuanto amo
Lo levanto hacia el cielo
Y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.


martes, 13 de abril de 2010

Lectura de José Ángel Valente

Queridos lectores y lectoras, durante este mes de abril debemos realizar la lectura de la obra poética de José Ángel Valente. El martes 27 de abril mantendremos el encuentro con Juan y podremos conversar con él sobre Valente y, muy especialmente, sobre esta experiencia lectora. 
Como siempre, y para cualquier duda, estoy a vuestra disposición. 
Jesús

domingo, 4 de abril de 2010

Comentarios a la lectura de Francisco Urondo por Juan Gelman

Queridos participantes del taller: me han emocionado sus aportes en torno a la poesía de Francisco Urondo. Han entrado ustedes en su poesía y han logrado que ella en ustedes entrara. “Su legado, su semilla, germina en nosotros haciéndonos mejores” anota Alicia Naya. David García habla del “enorme respeto y la esperanza que produce saber que existen (existieron, existirán)” figuras como Urondo. Casi todos subrayan la unidad de vida y de poesía en este gran poeta. Así fue.

Hablan de algún modo de su vida con esos comentarios y David roza el tema de las relaciones entre ideología y obra: “se suele decir –refiere- que la ideología de un poeta es lo de menos”. Sí y no. Sí, porque la ideología, la posición política o su falta, como el intimismo, son territorios que no dominan la subjetividad de casi nadie, y menos del poeta, del artista, del escritor. Hay ejemplos históricos: Marx señalaba en Balzac la contradicción entre su afinidad personal con la realeza y el hecho de que en sus novelas los personajes “buenos” fueran republicanos y los “malos” casi siempre nobles.

Hay ejemplos más estridentes todavía. Ferdinand Céline escribió “Viaje al fin de la noche”, una novela muy aplaudida, con razón, por la izquierda francesa cuando se publicó a comienzos de los años ’30. Bajo la ocupación nazi de París, Céline redactó los panfletos antisemitas más apocalípticos que en la materia se conocen. Ezra Pound creó un poema durísimo contra la usura que ningún marxista-leninista-maoísta ha llegado a escribir hasta el momento. Pero hizo la propaganda del fascismo por Radio Roma durante la Segunda Guerra mundial para la sociedad estadounidense y, desde luego, en inglés.

Las relaciones entre ideología y escritura son verdaderamente oscuras. Sin embargo, cuando la ideología del poeta se sustenta en un “inconmensurable amor a esta vida” -David dixit-, puede ocurrir que su poesía llegue “al límite existencial”, sea ”poesía de la conciencia”, como expresa María José San Juan. No siempre ocurre y, desde luego, se puede alcanzar ese límite por caminos distintos a los que Urondo recorrió.

La existencia de Paco estuvo marcada por su misión: ser poeta. Y por esa razón, y no porque fuimos compañeros de lucha para que la esperanza se haga, cuento lo que sigue sobre su vida/poesía. Bajo la dictadura militar, Urondo dirigía la organización guerrillera en una provincia problemática. Su responsabilidad lo obligaba a múltiples ocupaciones y preocupaciones, en primer término, la cuestión de la seguridad de los compañeros y de la propia. De la inseguridad, mejor dicho: entonces la clandestinidad era una situación muy difícil, había que saltar de una casa a otra, no dormir la misma noche en el mismo lugar, cuidarse de las miradas sospechosas y, sobre todo, del miedo ajeno, el de la gente, desaparecían miles de personas. En esas condiciones Paco terminó su libro Poemas de batalla del que sólo se conserva una decena de poemas publicados en la revista “Crisis” de Buenos Aires: el ejército allanó la oficina de la persona encargada de que ese libro llegara al exterior y se quedó con el original.

Les ruego que hagan un esfuerzo: imaginen el contexto en que esos poemas se escribieron. A principios de los ’70 se debatía entre escritores argentinos progresistas una disyuntiva: incorporarse a la guerrilla y dejar de escribir, o no incorporarse y hacer la revolución en la escritura. Paco Urondo –y otros, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Miguel Angel Bustos- probaron que la disyuntiva era falsa. Escribieron mientras luchaban por un país más justo...

Disculpen ustedes esta incursión en lo personal de Paco, pero creo que cumplió su misión de manera ejemplar. El poeta crea aun en medio de las coyunturas más excepcionales. El francés Jean Cassou escribió en su memoria 33 sonetos espléndidos cuando estuvo preso bajo el régimen de Vichy. Se han recuperado poemas escritos por prisioneros de los campos de concentración de la dictadura militar argentina. La poesía es invencible.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Un ciego y oscuro salto. Comentario a la obra de Francisco Urondo por Alicia Naya.

...saludo a todos, me tapo
la nariz y me dejo tragar por el abismo.

No puedo quejarme
Poemas póstumos.
Francisco Urondo.

Dámaso Alonso utilizó un verso de San Juan, para dar su definición de poesía: “Un ciego y oscuro salto”, pero este puntualizaba; el lance tiene que ser de amor.

Espero que el rencor no intercepte
el perdón, el aire
lejano de los afectos que preciso.

Que precisamos para seguir viviendo en el optimismo, en la alegría. Para Urondo, la tristeza ajena, le era tan insoportable como la propia (Mario Banedetti. Epílogo de “Poemas” –Visor-). Me causa una gran admiración como algunos poetas, artistas… logran destilar tanta belleza, filantropía, cuando están atravesando momentos tan dramáticos en sus vidas. La libertad de todo ser humano, debiera ser un derecho, pero desgraciadamente, en muchos lugares y a estas alturas de la evolución humana, no es así. La frase de Martí: -Osar morir da vida- y agrega:

Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o, en el mejor de los casos, de bucea de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riego…

En este lado del charco; Miguel Hernández, García Lorca, Antonio Machado y tantos otros, viven ya en nuestra memoria colectiva, porque, la poesía, a diferencia de la historia, a veces, nos da un testimonio mas fidedigno de lo que aconteció, pues es la historia de los sentimientos. Me viene a la memoria, un verso de Miguel Hernandez .:

“Canción última”

Pintada , no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre la almohada.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su inmensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

He buscado un artículo de prensa que recorté hace unos años de Gustavo Martín Garzo, que, creo define el sufrimiento al que a veces, por circunstancias personales o sociales, se ven abocados los creadores; cito textualmente:

“Cuentan que en la antigüedad hubo un tirano llamado Faralis. Inventó un extraño artilugio. Un toro de bronce en cuyo interior se introducía a los condenados. El toro se ponía al fuego y éstos perecían lentamente, profiriendo terribles alaridos. Sin embargo, dichos alaridos no se llegaban a escuchar. Esa era la gran sorpresa que ocultaba el tirano, pues aquél artilugio tenia un secreto, una red complicada de canales internos que transformaba la voz del moribundo en el mas maravilloso de los cantos” . Sigue M. Garzo; no debemos ser demasiado rigurosos con Faralis. Al fin y al cabo, es lo mismo que en la actualidad exigimos a la cultura; consolidación, entretenimiento e ignorancia. Que nos facilite las cosas, sustrayéndonos a la percepción pura del horror y la desdicha. Su objetivo es el hombre estético del que habla Kierkegaard. Nada que tenga que ver con el descubrimiento de ese condenado que permanece en el interior del toro.

Termino con otro fragmento del poema de Urondo:

Tengo curiosidad por saber qué cosas dirán de mi después
de mi muerte ….

Eso ya no es posible, pero su legado, su semilla, germina en nosotros, haciéndonos mejores, mostrándonos que aún en circunstancias muy adversas, es posible el perdón, la alegría , la esperanza.

martes, 30 de marzo de 2010

Comentario por María José Sanjuán

Hace ya unos días que terminé de leer el libro de Paco Urondo, no lo conocía y como siempre hago en estos casos, intenté saber un poco de su vida, lo cual me ha ayudado mucho a comprender su obra. Efectivamente en Urondo poesía y vida son una misma cosa. Aunque sin saber nada de él ya se intuía. Por otro lado, al leerlo he recordado los tiempos de la dictadura en España, aquel ambiente denso y cerrado, el miedo y la angustia y, por contra, la solidaridad, la camaradería y la esperanza de una sociedad más libre y más justa.


Es una poesía intensa la de Urondo, no podía ser menos, una poesía de una tremenda lucidez y belleza en muchos de sus versos. Una poesía fragmentaria y caleidoscópica absolutamente actual. Sin menoscabo de su interés yo hablaría sin embargo de prosa poética, de poesía en prosa, lindes de dificil delimitación. y por supuesto de poesía al límite existencial, poesía de la conciencia. Por elegir algún poema, he elegido "La verdad es la única realidad"...Del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad; la única irreal es la reja...

Quiero antes de despedirme darle las gracias a David por mandar esas opiniones de Carlos Oroza sobre la poesía y los poetas actuales, totalmente de acuerdo.

jueves, 25 de marzo de 2010

Digresión... por David García

Me gustaría haceros partícipes de una pequeña declaración que, si bien se sale un poco de la hoja de ruta del taller, considero que puede ser interesante para comparar visiones del mundo. Urondo, como bien ha dicho Marisol en la última entrada, le daba a la poesía el mismo grado de "verdad" que a las cosas materiales. Era coherente con su visión de la vida, y eso es lo máximo que se le puede pedir a un hombre.
Lo que sigue son palabras de Carlos Oroza, poeta gallego:


“Leo los periódicos y veo que los poetas, de una manera u otra –en recepciones, en homenajes-, están todos mendigando un sueldecito del Estado. Veo que hay mucho miedo a la vida, un miedo terrible a la vida, cuando la vida es algo que hay que tomar o dejar cuando te dé la gana. La vida es una aventura, un lujo. Me he prometido no hablar mal de nadie, de verdad. Pero es que yo vengo de la selva, de presenciar cosas como un barco que se hunde, un hombre que se suicida. Y luego leo el periódico, veo a los poetas estrechando manos en recepciones, tratando de conseguir premios por lo que hacen, y me quedo asombrado. Después de haber cortado completamente con todo, me asombro de estas cosas. ¿Qué ha pasado? Yo me pregunto: ¿El estado debe alimentar a los escritores, o los escritores deben destruir al estado?... Bien, yo no me quejo de mis penurias, y no voy a pedir nada al estado. Si mi poesía se convierte en pesadilla, no voy a buscar a un médico que me cure. Lo que no puede hacerse es subvencionar poemas. El poeta no debe recibir nada, que se joda, que sea poeta.”


(he de decir que he leído este pequeño texto en el blog http://criticadepoesia.blogspot.com , en los comentarios a la última entrada)


Incluyo esto para poner de manifiesto el enorme respeto y la esperanza que produce saber que existen (existieron, existirán) figuras que, como Urondo, mueven su corazón, su espíritu y su fuerza en una sola dirección, y se lanzan al vacío con todas las armas que conocen, sólo por un imperativo ético, que al fin y al cabo se reduce a un inconmensurable amor a esta vida. También se me viene a la mente el "poema 1936" de Cernuda... lo cierto es que hoy día existe demasiada poesía mercantilizada, dependiente de las grandes editoriales, los viejos clanes, y los concursos literarios, y cada vez es más difícil escarbar y sacar algo de brillo en las novedades editoriales. No sé qué piensa el resto del taller al respecto...


Volviendo un poco al centro del taller, a la lectura de Urondo, ayer estuve dándole vueltas a "Hoy un juramento", de Nombres. Cómo se enfrenta serenamente a su pasado, a su futuro, cómo se observa a sí mismo en una extraña encrucijada donde los recuerdos siempre vuelven, donde el futuro es otra fuente de miedo y tragedia; esa casa en la que vive y las paredes hablan, el calor es su calor, y los vientos de todas partes son también los recuerdos del sujeto poético. Es casi mareante el sentirse en el instante preciso en el que te ves a solas con tu pasado y tu futuro, y te das cuenta de que tus manos están vacías. 
Se suele decir que la ideología de un poeta es lo de menos, que un lector honesto es capaz de identificarse con un poeta sincero en el sentido de que el autor abre su corazón y convierte las experiencias individuales en experiencias estéticas y éticas, colectivas e intemporales: algo así me ocurre con Urondo, hay poemas que parecen olvidarse de las palabras y ser un paseo por las calles de alguna ciudad, o una noche de silencio y memoria. Esas sensaciones son difíciles de conseguir, es la honestidad la que las hace posibles, y de nuevo estoy de acuerdo con Marisol en esto.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mi lectura de "La pura verdad" de Francisco Urondo, por Marisol Villarrubia

“La pura verdad”. El título del poema de Francisco Urondo es en sí mismo el preludio del propio poema y del poeta. Ya desde la filosofía antigua, pasando por los teólogos medievales como Santo Tomás hasta alcanzar la Edad Moderna, se ha debatido sobre el sentido del término “verdad”. Me quedo con la idea de Kierkegaard sobre este concepto, porque me parece que encaja con la imagen de “la verdad pura” que nos transmite Francisco Urondo. Kierkegaard nos habla de la verdad como algo en el ser humano que está ocurriendo continuamente, una verdad difícil de separar de la experiencia subjetiva de la propia existencia, definida por unos valores y una esencia fundamental que consiste en un modo de vida. Cuando Urondo nos presenta “la pura verdad”, nos presenta su propia esencia, a sí mismo, su vida hacia el interior siempre en un constante proceso. Su poema nos acerca a sus valores, su moralidad, su espiritualidad de una manera “pura”, limpia, transparente, sin tapujos. Los versos nos van descubriendo una reflexión sobre su vida y una autoevaluación que se despliega por distintos momentos de su existencia (“juventud/ madurez”) compuesta por aciertos y equivocaciones de los que el poeta es consciente y por los que sabe “que futuro y memoria se vengarán algún día”. El poeta que se descubre hombre deslumbrado por lo material -como la mayoría de los seres humanos-, por la “fama y dinero; bajas pasiones”, es el hombre que sucumbe a lo mundano y placentero, tanto que “vive deslumbrado” y se deja llevar por el “destino”. Ese hombre que sin embargo, es poeta y que “vive en el corazón de una palabra”. Dos versos iniciales sellan esta “confesión” como si el poeta solicitara al mismo tiempo la “absolución”: “si ustedes me lo permiten/ prefiero seguir viviendo”. No menos significativa es la conclusión que parece llevarnos de la petición de indulgencia, a la aceptación de la “pura verdad”, su existencia, que no es otra cosa que el reconocimiento de que “la vida es lo mejor que conoce”. Este poema parece conectar con la lectura que Juan Gelman hizo de la poesía de Francisco Urondo: “una ética que nace de la estética, algo rarísimo y precioso”, en cualquier caso, la fusión del hombre con el poeta; del mundo con la poesía; de las cosas materiales con las palabras...

Aprovecho mi intervención para hacer una propuesta a otro colega del Taller: “Milonga del marginado paranoico”, “No puedo quejarme” o “Muchas gracias”  (poemas póstumos de Francisco Urondo).

miércoles, 17 de marzo de 2010

Prefiero seguir viviendo… “La pura verdad” de Francisco Urondo por Sarli Mercado





El juego en que andamos: ¿cómo expresar el esplendor de esta poesía? Comparto entonces ciertos versos luminosos que cautivaron mi primera lectura.  Hasta ahora sólo he leído sus primeros tres libros Historia antigua, Lugares, Nombres. Aquí los títulos y algunos comentarios o citas. Quizás alguno de los compañeros haya coincidido conmigo y desee reflexionar sobre uno de estos poemas.

Bar “la Calesita”.  Un elogio al etílico y dulce bienestar.  La cueva/el bar: el mito, transformado. 


De Lugares. (TodosLa brevedad es un silencio que cede a las imágenes toda su irradiación. 

B.A. Argentine. Lleno de destellos, con claves para un lector cómplice —aquél marcado como el poema por la cartografía de los aires argentinos—y el final que se impone impactante.

Fin y principios.  “Estoy en los ruidos de la tristeza /…en el clamor encontrado…”

Carlos Gardel. Retrato, en clave de tango, del señor de los tristes de los aires del Sur.

África cansada. “a la furia de un grito sostenido…/ Una voz eterna envolviendo para siempre un tiempo que derrotará toda postergación”.

Carta abierta. Una de las más hermosas epístolas al amor, creadora de nuevos modos de articular la pasión, el encuentro amoroso, ¿el desamor?: canto melancólico a la vida que es la muerte y la poesía.

La pura verdad.  “Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;/… puedo hablar y escuchar la luz y el color de la piel amada y enemiga y cercana”. 

martes, 16 de marzo de 2010

Algunas palabras de acercamiento - David García

Hola a todos, ésta es sólo una pequeña entrada para empezar a reconocer a Urondo. He de decir que no he leido la entrevista de la entrada anterior, ni apenas nada sobre su vida... como hemos comentado varios compañeros, creo que es más justo acercarse al creador sólo mediante su legado, porque persona y persona poética son distintas...¿o no?¿el poeta es un "emisario" o alguien que escribe sobre lo que conoce? en fin, todos hemos leido autores de toda clase, pero yo sigo pensando que la poesía "mística" y todas sus ramificaciones hasta hoy es la Poesía, venga en la forma que venga.
Bueno, he leido algunos de los primeros poemas de Urondo, de Historia Antigua, Lugares, y de Nombres (los que aparecen en la antología de Visor). En los dos primeros, hay poesía desnuda, implacable, y construida con un simbolismo implícito que me maravilla. Parece, que Urondo tiene una concepción vital muy... natural, salvaje, casi nietzscheana: "uno se siente allí ferozmente feliz", "herido está de tiempo que lo contiene, de crueldad, ...", etc. Abarca con su mirada mucho más, si se me permite la osadía, que Bonifaz, el cual era más un arquitecto de la palabra; Urondo parece un cantor (ah, Lezama...) en el más amplio sentido de la palabra. También tengo que reconocer que no suelo aguantar poemas de más de 2-3 páginas, y hojeando la antología, parece que Urondo tiene una querencia por estos cantos largos y cambiantes. B.A. Argentine me pareció sublime: una mujer, un camino, un hombre que duda, pocas veces los rincones del pensamiento tan entrelazados y que a la vez permitan tocar una ciudad a alguien que nunca la ha visitado... pero aún así no pude terminarlo, me supone demasiado esfuerzo leer con todos mis sentidos el mismo poema durante tanto tiempo.
Por cierto, Juan, aún no tengo en mis manos el libro de Neruda que mencionas, espero tener tiempo en breve.
Un saludo

David

lunes, 8 de marzo de 2010

Comenzamos la lectura de Francisco Urondo


Amigas y amigos, una vez leída la obra de Rubén Bonifaz Nuño, corresponde el turno de lectura a la poesía de Francisco Urondo.
En el programa del Taller de Lectura aparecía un texto sobre Francisco Urondo, escrito por Juan Gelman, que podéis leer completo en la introducción a los Poemas de Francisco Urondo publicados en la Colección Visor de Poesía.
Os propongo que, al igual que hicimos con Rubén Bonifaz, hagamos una selección de un poema de Francisco Urondo, añadiendo una novedad, que junto a nuestra selección hagamos un comentario al elegido por otro compañero.
Un último apunte sobre Rubén Bonifaz: la magnífica Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó en su número 70 una entrevista con él; os pongo el enlace por si os interesa leerla http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7009/pdf/70estrada.pdf

miércoles, 3 de marzo de 2010

Varios por Juan Gelman


El Taller va adquiriendo vivacidad. Los participantes han comenzado a dialogar con otros participantes, a comentar sus comentarios. Es una intercomunicación muy bienvenida. Los aportes colgados en el blog acerca de la antología de Rubén Bonifaz Nuño muestran, una vez más, que se la ha leído a fondo y despiertan nuevas reflexiones.

Del soneto

Ana Rodríguez Callealta nos brinda su lectura del soneto Alguna vez te alcanzará el sonido y destaca la perfección de esa forma poética. Se da, por cierto, en el soneto que eligió. Pero sonetos se han escrito tantos y los logrados son tan pocos. ¿Cuántos hay como el de Quevedo Amor constante más allá de la muerte? El propio Lope, que cometió muchos, le escribe a su mecenas para pedirle ayuda y le dice que “la necesidad tiene la misma cara de hereje que la rima obligada de un soneto”. Bonifaz no obliga a las rimas, éstas le llegan por su oído de cantor.

Registros

Varios textos subrayan la sensibilidad lírica y humana de los poemas de amor de Bonifaz reunidos en esta antología y no falta testimonios conmovedores, como los de Ana, Alicia Naya, Borja Fernández Martínez, Luisa Tejada: dan cuenta de que un poema puede formar parte de una vida, transformarla, darle palabra.
La voz de Bonifaz Nuño es más amplia, sin embargo, y se puede percibir en esta reunión de sus poemas. Sarli Mercado y Marisol Villarrubia señalan la presencia de los pobres y marginados en las preocupaciones del poeta. Es así. Bonifaz tuvo una infancia dura y trabajó toda su vida. Aún hoy, a los 85 de edad, ocupa cada día su oficina en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sarli aborda otra cuestión que lo obsesiona y quedó escrita en Calacas, su libro más reciente: la muerte. Compárese el poema de Bonifaz que ella cita con el soneto de Quevedo y se verá cómo una misma actitud ante el propio final se expresa de maneras tan diferentes. Y no se trata, a mi juicio, de una cuestión de épocas, de presuntas escuelas, de clasicismo y modernismo: se trata de la voz de cada quien. La muerte es un asunto de la poesía desde que ésta nació y los matices de su expresión son infinitos a lo largo del tiempo.

El ritmo

David García escoge un poema que juzga representativo del ritmo que recorre buena parte de la obra del poeta. No se equivoca. En Esta noche de trenes… hay un equilibrio rítmico notable que se apoya en eneasílabos, acompañados por heptasílabos y endecasílabos. Es una geometría –como bien dice David- que Bonifaz maneja de forma magistral. El poeta ha ido más lejos: en los poemas de La flama en el espejo que Alicia Naya cita, se advierte el extraordinario apareamiento rítmico de eneasílabos y decasílabos que dan una música inédita, hasta Bonifaz, en la poesía de lengua castellana. Lo mismo ocurre con la combinación de eneasílabos, decasílabos y eneasílabos en el poema elegido por María José Sanjuan. Acuerdo además con David en su descripción sensible de la escritura del poeta y lo invito, invito a todos, a comparar esa arquitectura con la de los eneasílabos de Fin de mundo, libro de Pablo Neruda publicado en 1969. A ver qué piensan, a ver qué dicen.

domingo, 28 de febrero de 2010

La tarea del poeta: reflexiones sobre la poesía de Rubén Bonifaz Nuño (Sarli Mercado)

“Llega fácilmente el dolor; atiende…” y “Para los que llegan a las fiestas…” de Los demonios y los días  (1956) o “Algo se me ha  quebrado esta mañana” de Fuego de pobres (1961) son algunos de los poemas que han marcado mi lectura de la poesía de Rubén Bonifaz Nuño.   Versos que evocan, no el amor de la pareja —tema recurrente en su poesía— sino el dolor, la injusticia y  la angustia del ser humano al igual que la ansiedad del poeta que los nombra.  Puede ser que se trate de, como señala Sandro Cohen en el prólogo de la Antología, otra manera de invocar al amor, aquel que desde la perspectiva de la cábala o de la mística amorosa es el amor fraterno o social (10).  Si leemos detenidamente versos como los del poema “Llega fácilmente el dolor; atiende…”(49) nos encontramos no ante una representación del dolor físico cualquiera, sino ante el dolor existencial, aquel del que padecemos todos, ¿acaso sin excepción?:

Llega fácilmente el dolor; atiende
el primer llamado que le hacemos.
Para que el dolor nos toque, es bastante
con dejar caer las manos,
y pensar en algo y querer tenerlo.

Y con qué dureza nos aprieta
después el dolor, con su mano sorda;
nos dobla los hombros, nos empuja
siempre más adentro de donde estamos,
y ya no es posible escapar, y nada
nos queda sino aguantar en silencio.  (énfasis añadido, vv 1-11)


Porque no podemos todavía
dar o recibir sin hacer daño;
nos falta humildad y trabajo; fuerza
para no negar que somos débiles. (vv 41-44)

Es este el dolor que sentimos ante la derrota, el que apunta a nuestros más íntimos deseos negándolos, el que doblega nuestra ser y del cual no podemos escapar.  La personificación del dolor con su “mano sorda” que nos “toca”, “aprieta”, “dobla” y “empuja” le permite a Nuño crear una imagen de este que apela tanto a nuestras sensaciones físicas como psíquicas señalando así su realidad e inminencia. Al convivir con el dolor somos también parte de él, y esto es lo que Nuño nos hace ver: somos nosotros mismos los que también creamos o causamos ese dolor en el otro aquel que también es un nosotros, un yo.  La postura ética de Nuño consiste incluso en hacernos tomar conciencia o en crear en nosotros una responsabilidad por la condición de nuestra sociedad contemporánea marcada por la violencia, la pobreza, el abuso de poder y la muerte.  Es por esto que el poema concluye apuntando a la “humildad” y al “trabajo” como las cualidades de las que aún carecemos.
            La invitación al ejercicio de introspección que nos propone Nuño aparece de manera más enfática en el  poema “Algo se me ha quebrado esta mañana”(75) en cuyos versos se configura un yo que auto-cuestiona su ser y sus circunstancias. Como he mencionado en mis comentarios anteriores dedicados a la elección de este poema, de estos versos surge una suerte de espejo cóncavo en el que se refleja el yo, tanto del poeta como del lector, un encuentro “cara a cara” con nosotros mismos, con el que “vive dentro”. Cito las dos primeras estrofas y la final:

Algo se me ha quebrado esta mañana
de andar, de cara en cara, preguntando
por el que vive dentro.

Y habla y se queja y se me tuerce
hasta la lengua del zapato,
por tener que aguantar como los hombres
tanta pobreza, tanto oscuro
camino a la vejez; tantos remiendos
nunca invisibles, en la piel del alma.

….

Escribo amargo y fácil,
Y en el día resollante y monótono
De no tener cabeza sobre el traje,
ni traje que no apriete,
ni mujer en qué caerse muerto.

Con un lenguaje claro y sencillo con cierto tono coloquial (“se me tuerce hasta la lengua del zapato”, “ni mujer en qué caerse muerto”), Nuño nos presenta un yo en crisis, exhausto, ¿roto?, frente a la pobreza en la que vive y habitan “los hombres” y “el alma”, una pobreza creadora del hambre, la miseria, y el dolor, el escenario en el que participamos todos y no sólo como testigos. “Escribo amargo y fácil” nos dice en los versos finales para recordarnos que ésta es también la voz y la angustia del yo poeta.  Su tarea, sin embargo, no consiste sólo en señalar la carencia de los humanos; el poeta escribe también a favor de la esperanza y de nuestra perseverancia. En palabras de Bonifaz Nuño:  

…para  los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamiento;
para los que pisan sus fracasos y siguen;
para los que sufren a conciencia porque
no serán consolados,
los que no tendrán, los que pueden escucharme;
para los que están armados, escribo. 
                                               
Con estos versos que cierran el poema “Para los que llegan a la fiestas” (45), Nuño hace de la poesía un lugar para los que luchan y persisten en soledad, ante la derrota, la pobreza o el desconsuelo; porque, como sugieren los versos, hay que poner el corazón, fracasar y seguir, armarnos de valor y de claridad de pensamiento para mover y cambiar nuestras circunstancias, nuestro mundo y el mundo de los demás[1].


[1] Como diría Miguel Hernández en su poema “El mundo es como aparece”

martes, 23 de febrero de 2010

Un poema de Rubén Bonifaz Nuño, por David García

Esta noche de trenes,
de poblaciones emigrando,
de corporales sueños, de violadas
respiraciones en la arena
movediza del viaje, lo recuerdo.
(Fue, tal vez, necesario el incipiente
amor; callar a solas con extraños,
y las cosas más tiernas,
mientras la boca se endurece
y una crecida barba, de cadáver
reciente, me prolonga.)

Y sin embargo, cuántas veces
te habrán reconocido; por los ojos,
o por la ausencia que dejaste;
por el cabello sobre el hombro, al irte,
y el andar que descubre lo que eras.

Pues sé que nos pusieron,
al nacer, otro nombre, y un camino
que recorrer, y un tren para el camino.

Un tren sonámbulo que huye,
en dirección opuesta, irreversible,
de los que cruzan ya perdidos;
por un saludo heridos ya de muerte,
marcados para siempre, señalados;
buscadores de un signo en la mazorca
muchedumbre de rostros.

Y todo esto sin falta, aconteciendo;
todo pasando,
todo viniendo y alcanzando y yéndose.

Amiga, no me olvides; no me olvides,
amigo; no te pierdas, espérame.

Como a la máscara del baile,
vengo de lejos a ocupar mi cara;
por detrás y en silencio, a mis balcones
lacrimales, al sabor de mi boca,
al olor de las cosas que esperabas.

Estoy sin tierra firme; estoy saliendo,
a donde quiero, de estas últimas
lentas horas de viaje que termina;

sombra larguísima, pantano
de silbatos, de ruedas que repiten
su palabra distinta a cada uno;

estaciones mendigas, como fechas
alumbradas apenas, donde duele
lo que se aprende dormitando.
No me olvides, espérame.

Yo, el de las cartas sin destino;
el de palabras no creídas,
el que siembra en lo oscuro, te lo pido.



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He escogido este poema porque, a mi parecer, representa muy bien el ritmo poético que Rubén marca a lo largo de buena parte de su obra. La palabra de Rubén es lenta, como han apuntado estupendamente otros compañeros, es como un río que se detiene en miles de pequeños meandros, formando una geometría que sólo se intuye tras recorrerlo mil veces; 
me interesa mucho su contención, su aparente "tranquilidad" en la expresión... es la antítesis a la poesía de Idea Vilariño, todo sangre, ¿verdad? Rubén va construyendo su tono poco a poco, aportando variaciones pequeñas, sutiles, en cada estrofa y utilizando magnificamente esos pequeños requiebros métricos para captar tu atención y guiarte por el poema. A mí, personalmente, me encanta la resonancia de los eneasílabos, me parece que pueden llegar a tener un equilibrio rítmico ideal, y este poema es un ejemplo maravilloso de ello. 
El ritmo métrico es indistinguible, con todo ello, del tono semántico del poema, un canto pequeño al tiempo, al tiempo de la memoria y una rebelión personal contra el olvido. Un poema necesario, un poema en el que, despacio, utilizando esas "armas" clásicas que maneja como nadie y que ha sabido trasladar a la poesía actual sin que suenen rancias, Rubén deja entre líneas la esperanza del instante eterno. Un saludo a todos, y disculpad también por la tardanza.

jueves, 18 de febrero de 2010

Comentario de Alicia Naya a los poemas de Rubén Bonifaz Nuño (Luz que regresa. Visor)

Yo, el de las cartas sin destino
el de palabras no creídas
el que siembra en lo oscuro, te lo pido.
                                                                      Rubén Bonifaz

Ningún otro poeta, ha despertado en mi, tanta ternura y me ha llevado a desear ser a la vez; amante, heroína o madre. Encuentro que es de una generosidad enorme en el amor, este poema, es casi una oración;

“Dios te salve”
(…)
Que permita que vivas como eres
que mi amor no te duela,
y que sea siempre esperada
el fruto de tu vientre

                      (De Imágenes) -Pag. 29-

El poeta es, a veces héroe, otras, la amante es la heroína.

(...)
Y, si en vértigo de abismo
Tu pelo se desmadeja.
Todavía, con brazo heroico
Sostienes a tu pareja.

                                 Ramón López Velarde

“Rosa primera, flor de flores”
(...)
Y al partir la noche, da la estrella
para cruzarla a salvo; alianza
y amor de contrarios establece;
estrella en si misma y consagrado
soporte, en si misma, de la estrella
                                       (De La flama en el espejo) -Pag.99-

“La que sabe y puede, la que sola”
se atreve y tácita se guarda;
la que en la oscuridad temida
el sol regenera con la espada,
descubre los puentes de la música.
(...)
Como el ángel guardián, no cesa
ni desampara, y descendiendo,
espíritus de amor infunde.
(…)
                                (De La flama en el espejo) -Pag. 108-

“Te abraza la lluvia en su descenso”
(…)
Llueve y e afano. Tú me abrazas
en mi caída; me descifras
(…)
                                (De El templo de su cuerpo ) -Pag.162-

Otras veces, oímos resonancias de El cántico espiritual de San Juan:

“Hay un asombro silencioso”
(…) , y en sus ojos
amor es la única respuesta.
(…)
Lumbre sin humo que en su centro
-sin consumirse- se alimenta
(…)
                                    (De La flama en el espejo) –Pag. 104-

“Habla; y en su lengua persevera”
(…)
Maduros esplendores cálidos;
cintura de llamas que no queman
(…)
Ya conducido por su mano,
de claras almenas protegido,
colmado, junto y en silencio
(…)

Rubén, poeta de una vastísima cultura poética y una sensibilidad exquisita para la BELLEZA, termina este poema con dos versos que te instalan de inmediato en el paraíso.

Aroma oscuro de manzanas
huerto de granados florecidos.

                                (De La flama en el espejo) -Pag. 107-

Hay poetas, que se conforman con crear un cauce artificial para depositar en él, sus palabras, sus versos; en Rubén, esto no parece suficiente y busca, un momento especial, un relámpago, que haga, que las palabras circulen por él haciendo cauce.:

“En el instante, ella se sabe”
inmortal ahora, sola dueña
del solar claramente de relámpagos
que abrasa, abierto, y que fulmina.
(…)
                                 (De La flama en el espejo) –Pag.114-

Y, por último, una de las descripciones poéticas mas hermosas sobre la mujer:

“Qué absurdo, que imposible”
(…)
¿En dónde, dime, entonces
esconderías el amor, tu orgullo
de estar perdidamente loca,
tu corazón infatigable,
tu corona de llamas, tu costumbre
de estar haciendo luz a todas horas?

Gracias Rubén por tu generosidad, por que tantos momentos únicos que te has permitido sentir, no se pierdan en el olvido, como este atardecer.

Centímetro a centímetro por Luisa Tejada

Pocas veces un poema simula lo que en un diálogo concurre: la retroalimentación de enunciados, la comunicación de ideas, la comunión de los sentimientos encontrados, casi diría, la esencia del pecado mismo.


He escogido este poema -"Centímetro a centímetro"-, del libro El manto y la corona (1958), porque en suma, me parece una "delicia". ¡Y qué delicia! Es uno de esos poemas "tocables", a los que si vuelves, una segunda, una tercera,... te sigue llamando, te sigue buscando, te sigue siguiendo. 

Una constante y gran acierto en el poema es la contradicción, ese juego de palabras semánticamente opuestas, que juntas son armoniosas y que Rubén ha recreado magistralmente: 


...ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente...


...el abierto aire total en que me pierdo y gano...


...qué delicia la de ponerme lejos nuevamente...


Y esta una de mis estrofas favoritas: 


...Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.


A continuación, el poema en su totalidad:



CENTÍMETRO A CENTÍMETRO

Centímetro a centímetro
-piel, cabello, ternura, olor, palabras-
mi amor te va tocando.
Voy descubriendo a diario, convenciéndome
de que estás junto a mí, de que es posible
y cierto; que no eres,
ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente,
hallada, concretísima; el abierto
aire total en que me pierdo y gano.
Y después, qué delicia
la de ponerme lejos nuevamente.
Mirarte como antes
y llamarle de "usted", para que sientas
que no es verdad que te haya conseguido;
que sigues siendo tú, la inalcanzada;
que hay muchas cosas tuyas
que no puedo tener.
Qué delicia delgada, incomprensible,
la de verte lejos,
y soportar los golpes de alegría
que de mi corazón ascienden
al acercarse a ti por vez primera;
siempre por primera, a cada instante.
Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.
Es como si dijeras:
"cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras
yo empezara a buscarte, y torpemente
te preguntara: ¿estás allí?", y salieras
riendo del escondite,
tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta
en una luz distinta, en un aroma
nuevo, con un vestido diferente.
      El manto y la corona, 1958.