jueves, 18 de febrero de 2010

Centímetro a centímetro por Luisa Tejada

Pocas veces un poema simula lo que en un diálogo concurre: la retroalimentación de enunciados, la comunicación de ideas, la comunión de los sentimientos encontrados, casi diría, la esencia del pecado mismo.


He escogido este poema -"Centímetro a centímetro"-, del libro El manto y la corona (1958), porque en suma, me parece una "delicia". ¡Y qué delicia! Es uno de esos poemas "tocables", a los que si vuelves, una segunda, una tercera,... te sigue llamando, te sigue buscando, te sigue siguiendo. 

Una constante y gran acierto en el poema es la contradicción, ese juego de palabras semánticamente opuestas, que juntas son armoniosas y que Rubén ha recreado magistralmente: 


...ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente...


...el abierto aire total en que me pierdo y gano...


...qué delicia la de ponerme lejos nuevamente...


Y esta una de mis estrofas favoritas: 


...Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.


A continuación, el poema en su totalidad:



CENTÍMETRO A CENTÍMETRO

Centímetro a centímetro
-piel, cabello, ternura, olor, palabras-
mi amor te va tocando.
Voy descubriendo a diario, convenciéndome
de que estás junto a mí, de que es posible
y cierto; que no eres,
ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente,
hallada, concretísima; el abierto
aire total en que me pierdo y gano.
Y después, qué delicia
la de ponerme lejos nuevamente.
Mirarte como antes
y llamarle de "usted", para que sientas
que no es verdad que te haya conseguido;
que sigues siendo tú, la inalcanzada;
que hay muchas cosas tuyas
que no puedo tener.
Qué delicia delgada, incomprensible,
la de verte lejos,
y soportar los golpes de alegría
que de mi corazón ascienden
al acercarse a ti por vez primera;
siempre por primera, a cada instante.
Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.
Es como si dijeras:
"cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras
yo empezara a buscarte, y torpemente
te preguntara: ¿estás allí?", y salieras
riendo del escondite,
tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta
en una luz distinta, en un aroma
nuevo, con un vestido diferente.
      El manto y la corona, 1958.

1 comentario:

  1. es un fantástico poema, gracias por sacarlo a la luz. Tienes razón, aquí juega estupendamente con ese "tira y afloja" que todos hemos experimentado con respecto a alguien... es una manera de acercarse, entre las muchas que intentó, al fenómeno amoroso

    David

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