jueves, 6 de mayo de 2010

Notas en torno a José Ángel Valente - David García

Hola a todos

En esta ocasión no tengo demasiado tiempo para hacer un comentario que tocara todos los ángulos de Valente, y creo que ni siquiera me podré acercar a comprender un poco mejor sus palabras. En todo caso, dejo unas breves notas...

Lo cierto es que José Ángel Valente fue una de las razones principales por las que me animé a participar en el taller. Ya desde hace un par de años era, y es, uno de los autores que más admiro. Su evolución, su coherencia, sus ensayos... todo lo que rodea su poesía se me aparece como facetas de un hombre muy grande, cuya aportación a la cultura del siglo XX probablemente siga estando infravalorada. LLegué a él a través de María Zambrano, otra pensadora de primer nivel cuyo legado apenas hemos sabido poner en valor en este país. En fin.

La poesía de Valente a mí siempre me deja dudando. Cierro un libro suyo, y todo son preguntas, caminos abiertos. Tiene esa cualidad tan maravillosa de hacer que el lector tenga que caminar con él por sus palabras, tenga que paladear, releer, repensar, y cada lectura trae consigo una nueva visión. ¿Valente, esencialista? como decía Juan en el pequeño homenaje de la semana pasada, las manías clasificadoras no tienen sentido en poesía, pero creo que esa idea se puede aplicar a Valente en tanto sus poemas son como prismas, nunca son visiones directas, son búsquedas en la esencia de las palabras. Raíces y a la vez ramas altísimas.

Siempre me fascinó, además, lo que menciona Sánchez Robayna en su introducción a la poesía completa: Valente buscaba el silencio que precede a toda creación, el lugar donde la creación es pura. Pues bien, esa afirmación no me resulta, como ocurre tantas veces y en tantas críticas poéticas, gratuita o interesada. En Valente esa búsqueda es... orgánica... casi se puede tocar ese espacio entre sus versos, esa nada que permite el nacimiento de la palabra. Es un abismo, una música callada... me gustaría especialmente conocer las ideas de Juan sobre esta vertiente de la obra de Valente.

En ese sentido, y no sé muy bien porqué, Valente es el poeta que más se me asemeja a San Juan de la Cruz. Creo que nadie en el siglo XX ha recogido y actualizado como él la tradición mística española... como digo, no sabría decir muy bien el porqué, pero al leer a Valente se sienten pulsiones parecidas, pequeños ritmos, dejes, no sé, una escritura que bebe directamente de los clásicos, sin intermediarios. El fluir de la Historia se acomoda serenamente en sus palabras, junto al soplo que hará volar el pájaro de arcilla.

Soy un enamorado del haiku, y como no podía ser de otra manera, el último poema de Valente me resultó, y me resulta, absolutamente devastador. Llegar al fin de una trayectoria como la suya, y poder escribir esas palabras, saber decir tantísimo en tres versos, es increible. Como debe ser con la Poesía atemporal, uno se queda sin palabras ante obras así, ante milagros así.

Cima del canto.
El ruiseñor y tú
ya sois lo mismo.

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