miércoles, 13 de enero de 2010

Seis por Blanca Fernández

SEIS

Hola a todos, comentaré mis impresiones de los poemas de Vilariño de su libro “Poemas de amor”.

Los poemas de amor de Vilariño son como una tela blanca de lino bien planchada, sin bordados, sin cenefas, su mayor ornamento es la sencillez, aunque hay excepciones que luego indicaré.

La figura de Onetti, vertebrador de estos poemas, es mostrado por la poeta con diferentes rostros: el extraño, el huésped, el testigo, juez y dios (de ella), el motivo último de su existencia (toda su vida fluye hacia el encuentro con el mar que es el amado), la noche como símbolo del misterio del amado (que reina y acoge el sueño del mundo)

La poeta desea “validar su vida “con el amado, algo que ella sabe imposible. El amado es o está en muchas ocasiones ausente, ausencia peor que la muerte. En “La llamada” apela a la muerte salvadora de su desesperación por la ausencia del amado.

Las excepciones a la sencillez expresiva y semántica de Vilariño son los poemas de contenido sexual. En ellos el lenguaje es recreado para fundar el encuentro amoroso. “Para decirlo de alguna manera” es un ejemplo para preguntarnos –como dijiste Gelman en tu charla en Casa de América- de qué habla el poema. Es evidente que este poema no dice nada de lo que dice, es decir, es como la conciencia que brota de la mente siendo el poema el soporte (la mente) y la luz lo que trasciende del poema (la conciencia). Vilariño utiliza imágenes acuáticas y cósmicas en esta ocasión, el mar simboliza el lugar del principio y del fin, donde brota la vida y a donde llegan todas las aguas. Particularmente este es uno de los poemas que más me ha gustado del libro:

PARA DECIRLO DE ALGUNA MANERA


Removemos arenas por el fondo
un pez escapa un pez cimbreante y fúlgido
y huidizo se escapa pero aletea próximo
rozando un alga de oro.
El agua envuelve pesa ahoga o enardece o sepulta
una ola levanta oscuramente
su delgada carrera fulgurante.
De pronto se retira. Algo se ahoga
algo va centellea fuga se hunde
reaparece. Un látigo de sombra
pega pasa retorna pega aún
se enrosca al cuello al pecho a la cintura
suena lánguido y limpio y acaricia. Pasa y pega.
Pega y sombrea lento
y un sordo sol amargo rueda al fondo.
Entre cosas oscuras entre líquenes
entre formas babosas y vibrantes
un golpe y un susurro un golpe y un susurro
que se apaga se borra. Un golpe y un susurro.
Una luna blandísima sube chorreando sombra
sube blanda se mueve
y una nube caliente se derrumba en lo oscuro.
Una brasa liviana se debate en el agua
lanza una pobre llama un dardo vacilante
una lengua triunfal un tronco espléndido.
Una nube de cieno fosforece. Y toda el agua roja
alienta muge lanza una vena violenta un rayo de oro
y el mar entero silencioso espera
se repliega y espera
estalla suavemente.

Querido Gelman y resto de participantes del taller, no voy a alargarme más, os dejo con la incógnita del numero seis. “Seis” es un poema-enigma, al leerlo percibí el número como una pulsión, algo que latía seis veces, algo que ella cuenta y siente seis veces.

SEIS

Entonces
todo se vino
y cuando vino
y
me quedé inmóvil

tú te quedaste inmóvil
lo dejaste saltar
quejándose seis veces.
Seis.
Y no sabés qué hermoso.

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